• Conejo rosado y bebé, 1971

    Bebés de Chihiro

    Chihiro comentaba: “Si veo algún bebé cerca, me dan ganas de ponerlo sobre mi regazo. Será que el querer tocarlos es algo que los padres no pueden evitar. Crie a mi hijo con mucho contacto físico. Los niños pequeños te agarran fuerte y me encanta la fuerza de sus manos. Esas manitos regordetas son poderosas. No podría pintar esos movimientos con solo observar y bosquejar. Vienen corriendo con prisa y se te echan encima; ¡es algo tan bonito!” Se dice que Chihiro podía plasmar las diferencias de un bebé de 10 meses y otro de 1 año sin necesidad de modelos. Ello se debe no sólo a su trabajo para libros sobre crianza, sino también, sobre todo, a su capacidad de observación y bosquejo que cultivó al contemplar y pintar, como madre, constante y cotidianamente a su hijo.